CADA PERSONA QUE LLEGA A TI ES TU MAESTRO
Cuando decimos que no tenemos que agradecerle a nadie nada, que hemos llegado solos y que lo adquirido representa nuestro esfuerzo, nos estamos mintiendo.
Todos los seres creados por Dios necesitan uno del otro, ya que hacemos parte de una cadena.
La tierra, las plantas, los animales, y los humanos estamos unidos a una fuente, y esta unión es necesaria para poder sostener el ciclo de la vida.
Entonces por este orden de ideas, así la experiencia no hubiera sido grata, debemos agradecer a cada persona que hizo parte de nuestra vida en algún momento.
Ella fue un hilo importante en tu evolución, sin ella no habrías madurado, ni siquiera hubieras sido movida. Creo que estos tipos de maestros son los más importantes, ellos tienen la fuerza necesaria para reconectarnos de nuevo a nuestra fuente, nos obligan a profundizar, a sanar, y a reconocer nuestros límites, para después transformarlos en grandes logros.
Cuando un maestro doloroso llega es porque estamos en un letargo o en un confort, entonces, Dios entiende que nuestra misión o evolución se está frenando y manda a estos seres para que de nuevo tomemos la senda y sigamos nuestra verdadera misión.
Así que trata de serenar tus emociones cada vez que te encuentres en tu vida un maestro doloroso, invítalo amablemente a tu vida, escúchalo, interioriza y saca el mayor provecho a este visitante que Dios te manda. Este tipo de visitas, aunque no suelen ser cómodas por que obligan a nuestro ego a dejar de hablar, son cortas y necesarias. Para que este maestro deje de ser doloroso y su estancia sea corta dependerá de ti. Cuando comprendes qué está moviendo y te enfocas de nuevo en tu corrección, él se transforma y deja de estar.